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Un primer tiempo de desgaste y poca brillantez. Un segundo tiempo de demolición, y el Azteca se rindió ante Javier Aguirre y Cuauhtémoc Blanco, artífices que encabezaron el pase de México al Mundial de Sudáfrica 2010.

Blanco puede jugar en un pie y no pierde su genialidad. El pase filtrado a Vela para el balón que fue hacia un lado de la portería salvadoreña. La presión sobre Marvin González para el autogol; el pase para Franco y el remate de chilena de Vela -detenido por el arquero-, y el sello de Blanco para poner el segundo en el marcador para encaminar a la victoria, que era corta y terminó larga como debería ser, por la diferencia entre un equipo y otro.

Cuando Aguirre y Blanco se fundieron en un abrazo cabeza con cabeza, salió a la luz pública la estrecha y buena relación que llevan en este ciclo.

Cuando el partido acabó y Blanco fue tras Carrillo, significó el sello del artífice por su vuelta a la Selección.

Aguirre tiene razón cuando afirma que cada partido era como estar en la silla eléctrica, porque en bajas condiciones de futbol y autoestima, recibió en pedazos a la Selección Nacional y la fue afirmando y moldeando hasta llegar a esta merecida clasificación al Mundial.

La ecuación marcaba ganar los cinco partidos de local y se hizo. La ecuación marcaba una victoria de visitante y se logró.


Como en el 2001 y en un karma anecdótico, Blanco y Palencia se hacen presentes en el marcador, y el cuarto gol de Vela significa el cambio de estafeta de los veteranos, a los que vienen empujando.


Y ahora que se logró el primer objetivo, vendrá el tiempo de pulir los detalles, de hacer una Selección competitiva, de tomar ritmo y mejorar una enormidad, para poder competir contra lo más granado del mundo futbolístico.

Aguirre, sobrio, en lo suyo, con las vísceras guardadas. Luchó hasta lo último para que Cuauhtémoc jugara, porque sabe quién es el que hace la diferencia y no se equivocó.

Respetó la jerarquía de Rafa dándole el gafete de capitán. Si llamó a Palencia para utilizarlo por Blanco, asó lo mostró con el cambio, y le dio a Sabah el premio por lo que ha aportado para este grupo.

Simplemente, Aguirre y Carrillo, en comunión franca con el grupo, lo manejan bien en los tiempos y las formas, por lo que hay unión y no molestia. Queda de manifiesto que Vela y Franco adquirirán ritmo para el Mundial; que Guardado sigue creciendo al igual que Juárez; que Osorio y Salcido son confiables; y que Torrado e Israel hacen muy buena mancuerna en la contención.

Ochoa, poco exigido, nunca vio pasar el rayo de Julio Martínez (por cierto que en la transmisión de Televisa nunca dijeron su nombre cuando anotó el gol) y que fue el de la honrilla para los salvadoreños, que a sabiendas de sus limitaciones y alcances, más que ganar buscaron no ser goleados y vapuleados, hecho que a final de cuentas no les funcionó, a pesar de las tres brillantes intervenciones que tuvo su arquero Miguel Montes.

Aguirre llegó con una misión y la cumplió. Cuauhtémoc, como su jerarquía y nombre lo merecen, tuvo un adiós soñado en su último partido oficial en la cancha del Estadio Azteca.

Blanco lo sabía y por eso no quería perder la oportunidad de jugar. El 10 se fue el día 10 del mes 10, llevándonos bajos sus amplias espaldas al 2010. ¿Qué más se le puede pedir al artífice de este pase de México?, porque desde su regreso mostró para qué y de qué estaba hecho. Ahora hay que ir a Puerto España a buscar un cierre con broche de oro.

Hay que cuidar a Guardado, Osorio, Rafa, Jonny, Cuauhtémoc, Efraín y Vela, que tienen tarjetas amarillas y una segunda los afectaría para el Mundial.

PRELUDIO DE LAS ABEJAS

Así como el enjambre de abejas detuvo nueve minutos el partido con su invasión al Azteca, así fuimos testigos de la cantidad, del enjambre de gente con la camiseta "Y nos vamos al Mundial", de personas que nunca estuvieron cerca del grupo y que sólo está para festejar en el camión del éxito, muy al llamado péndulo mexicano, como lo bautizó el "Vasco".

Mas qué merecido mencionar a héroes anónimos de este grupo, como Gonzalo Saldaña, Juan Márquez, Luis Cabrera y el doctor Gaxiola. Al incansable administrador Antonio Manzanares, a Néstor de la Torre, director de Selecciones Nacionales. A Tere, la infaltable secretaria, a la gente que edita los videos para el "Vasco".


Ellos son más que ese enjambre, y no de abejas, que se presentó en el panal del festejo donde entraron a chupar la miel que no es de ellos, sino de aquellos que junto con los jugadores, labraron esta consecución del boleto mundialista.

Otro dato curioso es que después de las clasificaciones Alemania (12), Dinamarca (13), Serbia (14), Italia(15), Costa de Marfil (16) y Chile (17), México es el clasificado número 18.

En la kabalah y en el judaísmo, el número 18, con sus letras en hebreo, significa "vida", y eso fue lo que le dieron Aguirre y Cuauhtémoc como los dioses del Azteca -junto con la aficion-, al equipo Tricolor.